A Silvia Navarro la adoras, así de simple. Por supuesto que su belleza y
su contorno corporal son dignos de una foto de Helmut Newton; sin
embargo, la viveza de su mirada, una risa que no se amilana ni se
esconde y el refrescante buen humor le dan a su larga y fructífera
carrera como conductora, primero, y actriz, ahora, un gusto a prueba de
cualquier gourmet.
Carisma es otro de los ingredientes que adornan su suculenta
personalidad, la cual está aderezada con una sencillez a prueba de
cualquier tiempo de cocción; mejor dicho, parece fraguada a fuego lento,
de esos que te permiten tener una perspectiva y un sabor sin
comparación. Y pareciera como dejara a su paso un aroma muy romántico…
¿Qué te ha dejado tu reciente personaje en la telenovela Amor bravío?
Me llevo la clavícula dislocada (Silvia ríe de manera espontánea y
genuina, para luego retomar un tono más “serio”, pero con la amabilidad y
la frescura como micrófono)… horas en muchísima carretera, unos
paisajes espectaculares, y es el tercer proyecto dentro de Televisa, y
para mí fue una parte sumamente importante, con la cual estoy muy
agradecida y contenta.
¿Qué otros proyectos tienes en puerta?
Dos películas y una obra de teatro. No puedo hablar de ellas porque no
hemos empezado, pero yo espero que si se concretan, se realicen una para
enero-febrero del próximo año, y otra para abril o mayo; la obra,
cuando quieran. Me encanta lo que estoy leyendo, pero depende de muchas
cosas.
Ser actriz implica ser inteligente, guapa, pero ¿qué otros condimentos hacen falta para ser líder en una telenovela?
¡Que te seleccione el productor, punto… (francas risas)! Porque, a
veces, sólo con que le gustes a él para el papel es más que suficiente.
Es un género que pareciera agotarse, pero con cada nueva telenovela
el rating sube. ¿Habría que darle un giro o así, como género, está bien?
En cuanto a melodrama, me parece que está bien. Siempre existe la manera
de darle la vuelta a la cosas; ahora les da miedo arriesgarse a contar
cosas —pero no sé exactamente a quién le da miedo—, porque la gente sí
quiere ver algo distinto. El claro ejemplo: ahora los nuevos canales
programan Las Aparicio, El sexo débil, Infames…
En realidad, ha habido una serie de propuestas que han funcionado;
incluso, cuando yo trabajaba en TV Azteca, se presentó un boom porque se
estaba viendo otro tipo de televisión; sin embargo, ahora, como que no
quieren contar ciertas cosas. Entiendo que, por una parte, hay mucha
violencia, que no quieren ver tanta realidad, pero también existen temas
que a la gente le gusta que se abran.
Lo interesante es que ya hay varios canales donde se pueden ver
diferentes temáticas; la idea es que se sigan abriendo, para que cada
quien tenga la decisión de ver lo que se le pegue la gana.
Háblanos un poco sobre tu carrera, ¿participaste en A la cachi cachi
porra (programa de concursos de conocimientos transmitido por Once TV)?
¡Sí, en 1997! (dice emocionada). Cuando en YouTube lo veo, digo: “Ay,
Dios mío, ¡qué valor!” —el de los productores— (francas y sonoras
carcajadas). El trabajo siempre se agradece, y para mí representa una
bendición la oportunidad de conducir, con 400 chavos del IPN; es un
programa que cada día se merece más mi admiración y respeto, pues me
parece que buscan productos de calidad, apoyando la cultura. Me acuerdo
de manera especial de éste, porque me ayudó a mí y a los jóvenes a
decirles: “Si sigues estudiando, vas a tener una recompensa”.
¿Es cierto que no esperabas tu primer protagónico en la telenovela Perla?
Fue originalmente un proyecto argentino que se llamaba Perla negra; yo
había firmado para protagonizar a la amiga de Perla que se muere a los
ocho capítulos, Julieta; luego, Perla se hace pasar por esta chica. Ése
era mi personaje, pero de repente me dijeron que era la protagonista y
mira qué casualidad…
Cuando te llegó este papel de esta forma, ¿cómo te sentiste?
Una inútil, pero es parte de la vida de nosotros los actores. A veces
creemos que no damos el ancho, pensé que era mi último proyecto, así que
dije: “Si no me divierto (porque me la pasaba bastante mal al
principio), éste tal vez sea el último proyecto, así que hay que sacarle
las buenas cosas a todo”. Y al final, todo sirve… Con esas malas
pasadas que tuve al principio, hice callo para las siguientes
experiencias.
Estoy muy agradecida porque Elisa Salinas me dio la oportunidad de
participar en ese proyecto; porque apostaron y creyeron en una chava que
no había hecho absolutamente nada para ser líder de un proyecto como
Perla. Después vino una serie de proyectos que han llenado mi vida de
satisfacciones, crecimiento e ilusiones, porque las telenovelas
significan creer en el amor y llevar a cabo historias dirigidas a un
público masivo, ¿no?
En esas historias de amor que interpretaste, también te arriesgaste, como en el caso de Montecristo…
¡Ay! Montecristo fue erótica…
Algo controversial en ese momento, cuando se hizo púbico el tema de las desaparecidas, las muertas de Juárez…
En Argentina estuvo más fuerte, pues gracias a Montecristo se
encontraron algunas personas que buscaban las Abuelas de la Plaza de
Mayo (asociación civil argentina que busca hallar y restituir a sus
legítimas familias las personas secuestradas o desaparecidas por la
sangrienta dictadura militar que gobernó ese país entre 1976 y 1983. N.
de la R.). En México cambió un poco el guión, porque los valores son
distintos. Me encantó la de allá, pero la de aquí, ¡qué te puedo yo
decir, si fui parte de ella! (con una franca sonrisa).
Tu carrera se ha diversificado, ahora en el mundo empresarial. ¿Por qué escogiste la gastronomía, con tu restaurante Sabor amor?
¡Porque no sabía a lo que me metía (sonoras carcajadas)! Es un negocio
muy complicado. Entré porque considero que mi vida en la actuación ha
sido muy buena. Por eso estoy muy agradecida con la televisión, porque
me ha dado la proyección para hacer cine, teatro y demás; sin embargo,
me parece, mientras yo esté bien, la gente a mi alrededor debe estar
bien, llámese familia o amigos, mi gente; pero ellos deben estar bien en
serio. Hay quienes me decían: “No les des los pescados, enséñalos a
pescar”. Y yo decía: “¿Cómo hago eso?” Por eso me propuse un negocio
familiar.
Pensé en un restaurante porque amo la comida, me encanta la pachanga,
platicar, amo el mezcal… Todo se prestaba; hallé una casa en la colonia
Roma (Álvaro Obregón 206) con una historia padrísima de amores. Es un
trabajo que necesita mucho tiempo y dedicación, pero si lo dejo bien
establecido, mi familia estará perfecta, la gente a la que le di trabajo
estará muy contenta, y yo me podré ir a donde se me dé la gana (risas).
¿Por qué Sabor amor?
En la casa vivió una pareja formada por el general Picard (francés) y
doña Lorenza, quienes se conocieron en Francia en los tiempos de la
Revolución Mexicana. Doña Lorenza conquistó al general como se hacía en
la época —y yo digo que se sigue haciendo—: por la panza, con la comida.
Vivían en tertulias y comidas, eran una pareja padre, liberal para la
época, pero muy respetuosa. Luego decidieron vivir en México, en la casa
donde ahora se halla Sabor amor, pues las tertulias, fiestas, comidas,
cenas, mezcales eran muy tradicionales, pero, aunque suene paradójico,
poco tradicionales: esta mujer combinaba las comidas mexicana y
francesa.
Visitaban la casa escritores, filósofos, artistas (locales y
extranjeros), quienes contribuían con la cocina: “Ponle esta pasta de
los italianos…”, decían. Es una casa muy familiar y de amigos, y mi idea
era la misma.
Es una manera de decirle gracias a México por su historia, por lo que me
ha dejado cuando yo crecí. Es una casa que levantamos varios en
homenaje al amor, y no sólo al de estos personajes, sino al amor a
nuestro país. Y lo encuentras en los salones de Sabor amor, los cuales
te recuerdan ciertos sentimientos y cosas, como las jacarandas, las
óperas —que nos recuerdan a la Ópera del centro (una cantina)—; los
tapices de cada uno de los salones conecta algo para los mexicanos;
incluso, los extranjeros saben que hay algo de historia en este lugar.
Cuando les cuento de cada uno de los espacios, de los materiales, de los
pisos artesanales, le dan cierto sentido al lugar.
Hablando de sentimientos, ¿estás enamorada?
Siempre estoy enamorada.
¿Qué cosas te enamoran?
La comida me genera muchísimo amor…
¿Te conquistaron por la comida?
Espera, deja recuerdo… (sonríe con una cara picaresca y como si de
repente tuviera una epifanía). No, me conquistaron por la cabeza.
¿Qué cosas te duelen?
Ahorita, ¡el hombro (estalla en carcajadas)! En serio: no perdono lo que
me acuerdo, pero tengo muy mala memoria, olvido todo. Sí me duele
México muchísimo, lo que estamos viviendo. Y no sólo en el país, sino en
qué se está convirtiendo la gente y la falta de valores. Al final, digo
que seguramente la falta de valores la tengo yo, porque si no la viera,
no estaría pasando. Tengo un problema en ese sentido.
¿Qué tan importante es en tu vida la espiritualidad?
Se supone que debería ser importante. Me refiero a que no sólo debe
hacerse yoga o correr para encontrarte contigo misma; debe hacerse un
trabajo de conciencia todo el tiempo, todo el día, a todas horas, y a mí
a veces se me olvida, la verdad.
¿Te interesa la actividad política o altruista?
No me interesaría participar en asuntos políticos, pero como siempre
digo: “Nunca digas nunca”… El rollo altruista me parece importante, pero
también lo es investigar bien a quién apoyas, porque hay de todo en
este mundo… Pero, claro, ayudar siempre es bueno.
¿Crees en los horóscopos? ¿Eres una Virgo consumada?
¡Soy una Virgo insoportable (grita, se mueve, hace muecas y muchas risas)! Cada vez me hago más Virgo.
Naciste en Irapuato…
(Interrumpe) No, nací aquí en México, pero me fui muy chavita, literalmente fui criada en Irapuato.
¿Eres fresa?
¡Soy fresa porque vengo de allá (carcajadas)! ¡Eso que ni qué! (muchas más risas)
¿Cuáles son tus gustos musicales, de lectura?
Ahorita escucho a Norah Jones, en todos lados, me fascina. Me gusta
mucho la música instrumental, pero tengo preferencias sencillas, escucho
un poco de todo; me gustan los sonidos que tranquilizan mi alma o
ilusionan mi corazón, por eso Norah Jones me gusta.
Estaba leyendo El psicoanalista profano, de Carl Grossman, que habla de
George Groddeck (psicoanalista creador del concepto del “Ello”, uno de
los teóricos más controversiales y criticados del universo
psicoanalítico. N. de la R.) porque mi abuelo me lo prestó. Es una
belleza. Resulta que el librito se me perdió, y sólo lo hay en Argentina
(sonríe).
Me gusta mucho Groddeck, así como nuevas propuestas de que no todos
somos iguales, pero sí cojeamos del mismo pie; cada quién tiene sus
cositas, pero somos seres humanos…
¿Qué papel de alguna película que hayas visto te hubiese gustado interpretar?
La Generala (muchas risas), la de María Félix… Doña Diabla. O alguna
película fantástica, como Sueño de una noche de verano. Cuando la vi,
dije: “¡Qué ganas!”. Es un clásico con algo tan padre, fantasía sin ser
ciencia ficción. Me encantó.
¿Celebras las fiestas de fin de año, la Navidad?
Sí, claro. Soy católica, bautizada, creo en la Virgen de Guadalupe, creo
en las energías, en el amor. Para mí, en esta fecha lo que
evidentemente festejamos es el nacimiento de Cristo, pero para mí es
cuando veo a toda mi familia, el momento de unión, de ver cuánto han
crecido, qué nuevos proyectos tienen, y el Año Nuevo es para darte
esperanzas, apapachos y hacer los ritos de ponerte calzones rojos y
salir con las maletas, ya sabes. ¡Y hago todo!
El fin es cargarte de buena energía, porque a veces los años son muy
buenos y quieres mejores. Soy una chava que hace decretos (“jovenzuela”,
dice ella misma con una gracia natural y sensual), uno decide cómo
quiere empezar la cosas. Casualmente para mí, los años no empiezan en
diciembre; el año comienza en febrero o marzo.
"He participado en telenovelas que me han hecho la vida. Todo mi
agradecimiento y mi profundo amor y respeto a la televisión" comentó la
actriz.
¿Cuáles son tus deseos decembrinos para las lectoras de Mujeres?
¡Que me ayuden a no perder la fe! Echémosle ganas. La vida se hizo para
que sean felices, para divertirse, para estar con sus bebés (si son
mamás), para enseñarles valores. Lo más importante: enseñarles a ver el
mundo de otra manera, que lo pueden cambiar. Nosotros podemos, pero hay
que creerlo.
En las redes sociales tienes muchos seguidores, ¿qué tan importantes son hoy en día para tu trabajo?
En un principio, me acercaban un poco más a la gente y podía darles las
gracias de manera personal; no obstante, creo que son armas de doble
filo: abres demasiado tu vida, y yo siempre he estado en contra de
exponerla. Pero funcionan para muchas otras cosas más.
Estás dando mucho apoyo a la serie por internet Yo también soy Marilyn, ¿tienes alguna participación en ella?
Entré como productora ejecutiva, ¡aunque ya no sé si soy asociada…
(muchas risas)! Es un proyecto ideado por Jimena Ayala, junto con Rubí
Castillo, y es un proyecto financiado por el Fondo Nacional para la
Cultura y las Artes (Fonca).
Es importante darle cierto apoyo a gente que tiene ganas de hacer las
cosas, y que se compromete con eso. También se generan empleos.
Intentamos fomentar trabajo para muchos de nosotros.
Yo también soy Marilyn es un proyecto para target juvenil —entre diez y
18 años, aunque pueden verlo mayores, por supuesto—. Trata sobre una
chava con la ilusión de ser cantante, y toda la familia se fuerza por
cumplir el sueño de ella, es decir, todos tratan de cumplir el sueño de
un integrante de una familia como muchas de las que hay en México (sólo
la mamá y los hijos).
Tiene valores, canciones, mucho corazón. Mucha gente se involucró, pues
creemos que es el momento de impulsar carreras y explotar lo que las
redes sociales e Internet nos aportan. ¡Estamos dándole con todo!
La idea de Yo también soy Marilyn es “todos somos Marilyn”, es decir,
alguna vez todas quisimos ser Frida o Marilyn; es un sueño personal. La
idea es: “Todos vamos por nuestro sueño”.
¿Cuándo se lanzó?
El pasado jueves 1 de noviembre, desde las 12 de la noche. De hecho, yo
hice la presentación, pero ya puede verse en
www.yotambiensoymarilyn.com.
Nenhum comentário:
Postar um comentário